Relato :: Regreso al Cape Epic; 8 días de drama, dolor y gloria

| el 15/04/17 a las 2:00 pm. | 2

Eugenio Parra y la Pazi Lizama fueron a correr el Cape Epic por tercera vez consecutiva, a continuación les dejamos el relato de su participación y la de la delegación Chilena.

Para mi el Cape Epic es el mtb en su forma más pura. Es sufrimiento, disfrute, lucha, compartir, compañerismo, conocer nuevos amigos, e impulsar a la mente a llevar al cuerpo a un nivel inimaginable.

A través de esta carrera he cumplido un sueño que ni siquiera sabía que tenía. He podido dejarme llevar, exponerme a no controlar todo, a salir de mi zona de confort, a enfrentar mis miedos más profundos y saber que viene algo bueno de ellos, la valentía. Le ha añadido más valor a mi vida que muchas otras cosas. Es drama, dolor y gloria… Entonces…. Cómo no querer volver? Cómo no aceptar un cupo que nos ofrecen a mediados de febrero, un mes antes de la carrera? Imposible olvidar una frase de Matías del Solar, luego de leer el relato del Cape Epic del año pasado, «Un par de Epics más y sacan un libro». Quizás es mucho, pero lo que sí, da para para una nueva historia de la tremenda aventura que vivimos nuevamente en Sudáfrica.

Este año fue todo muy repentino, ya que habíamos decidido no participar para priorizar otros planes. Si no resultaban los otros planes teníamos pensado un viaje al Queenstown, un parque ubicado al sur de Nueva Zelandia. Eran unas vacaciones de verdad, sin presión, sólo disfrutar. Ya habíamos hecho un viaje así a Brevard, un pueblo ubicado en Carolina del Norte, el cual resultó ser de lo mejor, pedalear lo que quisieras durante el día, para luego disfrutar de la comida y unos buenos vinos al atardecer, que mejor. El único problema, es que no podíamos sacarnos de la cabeza el Cape Epic.

De forma repentina, todo cambiaría. A comienzos de febrero, un amigo alemán nos avisa que por problemas médicos no podría participar en el Cape Epic, y que si estábamos interesados en tomar su cupo. Sin pensarlo dos veces, ya estábamos nuevamente inscritos en la carrera. A los pocos días me empiezan a venir pensamientos de todo tipo, porque cambiar unas vacaciones de relajo y disfrute por volver a Sudáfrica, el stress que significa el viaje, los días previos, el desvelo, las levantadas a las 5 am, sufrir como perro, la constante incertidumbre y lo más importante, esperar que la salud y las bicis te acompañen, sabiendo que las posibilidades de terminar no son muy altas….. es algo que todavía no se como explicarlo, pero si tuviera que volver el tiempo atrás, haría exactamente lo mismo.

En muy poco tiempo había que organizar toda la logística, que normalmente uno demora 10 meses. Para suerte nuestra, un grupo de amigos chilenos iba a participar ya tenían todo resuelto, y nos invitan a sumarnos en sus planes, los cuales incluían alojamiento en Motorhome, servicio mecánico y masajes. Por el lado del entrenamiento, estábamos bastante tranquilos, ya que llevábamos un par de meses en temporada base con mucho fondo, por lo que esta carrera calzaba perfecto. Otra cosa que me seguía dando vueltas, era una lesión que tenía hace casi un año en una rodilla, la cual iba y venía, y nunca me la había tratado de forma seria. Lo que me preguntaba era si podía resistir la carrera.

Entre una cosa y otra, llega el día del prólogo, una contrarreloj que se hace el primer día de carrera, la cual sirve además para ordenar a los 1350 corredores (675 equipos) en los días que siguen. Extrañamente, nuestra hora de largada era bien tarde, muy cerca de los Pro. normalmente uno larga a primera hora para no interferir. A nuestra hora de largada ya habían más de 32 grados y se esperaba que subiera aún más. Sabíamos, igual que no debíamos demorarnos más de 1 hora 45 minutos, por lo que decidimos largar con solo una caramagiola…que error más grande. En general nos sentimos bien, con las pulsaciones extremadamente altas por la temperatura y sin agua el último cuarto. Creo que nos pasaron al menos 30 teams, entre ellos Purito Rodríguez con Hermida, Cadel Evans con Hincapie, y muchos cracks más. La verdad es que fue un real privilegio verlos pasar, y algo que jamás olvidaremos, no se en que otro momento podría un amateur como uno, estar en carrera y dejar pasar a estos monstruos del ciclismo. Pudimos ver desde el inicio que se trataba del Cape Epic más competitivo de la historia, con 11 medallas olímpicas (entre ellos los actuales oro Nino Schurter y Jenny Rissveds) y 23 campeones mundiales, además de leyendas del ciclismo.

Al igual que nuestros amigos chilenos, quedamos en buen puesto para largar al día siguiente. Era hora de subirnos a las Motorhome y emprender rumbo al primer pueblo que nos hospedaría, Hermanus. Al llegar, nos habían designado un estacionamiento que colindaba con el equipo Specialized por un lado, Cannondale por el otro, y Bulls atrás, no podríamos haber pedido un mejor spot. Día a día nos fuimos dando cuenta de la humildad y buena onda de los Pro. Por otra parte, quedarse en Motorhome, es realmente un lujo, tienes las comodidades de un hotel, en la mitad del campamento.

Llevaba varios días analizando el clima y sabía que la etapa 1 iba a ser desquiciada, el pronóstico arrojaba 38 grados en mi celular, cosa que me pareció exagerada, ya que años anteriores, cuando decía 32, es que iba a llegar a 38…no quería ni pensar a cuanto iba a llegar. Por otro lado, la etapa 1 siempre es de las más rudas…como bien dicen; «The Cape Epic always start with a bang, a shock to the system».

Despertamos y al salir del motorhome a las 5 am ya hacía calor, vamos a buscar las bicis al mecánico, tomamos desayuno, terminamos todo el ritual pre largada y nos vamos a encajonar. Teníamos que recorrer 103 km y subir 2300 mt. Iba a ser un día de aquellos. Ya en la mitad de la etapa se sentía un calor intenso, le digo a la Paci que vamos a disminuir el tiempo entre pastillas de sal a una cada hora y tomar más agua que nunca, la etapa era fluida, pero casi puro sendero, en eso me empieza un fuerte dolor en la rodilla, y supe que era imposible que aguantara el resto de carrera, por lo que me dije; si no puedo terminar, voy a acompañar a la Paci todo lo que pueda para que termine ella. En el kilómetro 60 empezaba la escalada más importante del día, la mitad fue a pata, la bajada era bien técnica y llena de rocas sueltas y arena, al llegar abajo nos encajonamos en un valle medio desértico donde no corría una gota de viento, la temperatura superaba los 40 grados, bienvenidos al infierno. Extrañamente ya no sentía dolor de ningún tipo. Alcanzamos a los chilenos Antonio Turner y Gonzalo Maureira, que habían largado dos pelotones antes… y estaban empezando a sentir lo que es un Cape Epic. Yo le decía a cada rato a la Paci que no dejara de tomar agua, la situación se estaba yendo de las manos. Me decía a mi mismo, «que mierda estás haciendo acá, porque volviste wueón, deberías estar en una hamaca con una piña colada». Luego de un rato nos empezamos a acercar a la costa lo cual hizo que bajara la temperatura algunos grados, lo que ayudó bastante, pero a cambio, nos metieron en unos senderos trabadísimos, llenos de arena, en los que se podía avanzar apenas. Llegamos a la meta sin nada, la Paci entre la emoción y el agotamiento físico y mental, llorando me dice no nos olvidemos jamás de este momento, y prometimos y juramos al infinito y más allá, que no íbamos a volver nunca más. Parecía un deja vu de los años anteriores. Había sido un día meta brutal, en un día habíamos tomado más de 10 litro de agua cada uno. A los pocos minutos llega la dupla de hombres, por lo que solo faltaban nuestros amigos Aníbal Debandi con Alicia Olivares. Nos metemos al tracker y veíamos que les faltaba su buen resto todavía, la temperatura seguía subiendo, y nos imaginábamos el sufrimiento que tenían que estar experimentando, para tranquilidad de todos llegan con mucha holgura antes del tiempo de corte. Alicia nos comenta que se sintió muy mal, pero a partir de ese día luchó como nadie y nunca se dio por vencida, superando etapa a etapa con la misma garra. La carnicería había empezado: 175 corredores fuera, 2 infartados, y gran parte derivados a hospitales cercanos, ya que el hospital de la carrera no daba a basto.

Los pro también habían sufrido como nunca. Nino Schurter publicó en su instagram «Stage 1 was brutal hot one! Passing by at water point 3 wasnt a good idea. Sorry Mathias Stiernemann I shoud have known from some bad expiriences some years ago. But I cant tell you this guy can suffer more than anybody else».

Al reunirnos más tarde en el motorhome, nuestros amigos nos dicen que es esta wueaa? Esto es cualquier cosa menos una carrera. Bienvenidos al Cape Epic, la carrera que lo mide todo, absolutamente todo, frase de Burry Stander, leyenda sudafricana del MTB que murió atropellado. Le comento lo de mi rodilla a Aníbal, quien es traumatologo, y pese al cansancio, lo primero que hace es examinarme y recetarme algunos analgésicos, cosa que se extendió durante toda la carrera, su preocupación y dedicación fue realmente excepcional, pese a todos los problemas y poco tiempo que uno tiene esos días, el siempre estuvo preocupado de mi.

Ese mismo día recorto el sticker con el mensaje del día que decía «believe» y lo pego en el manubrio, fue mi frase compañera el resto de la carrera.

La etapa para Antonio Turner, que hizo dupla con Gonzalo Maureira, quien se había operado de un hombro y recién había vuelto a pedalear a mediados de enero, a menos de dos meses de la carrera. «El Cape Epic es probablemente el desafío deportivo más duro que he hecho» (incluidas carreras de MTB, maratones, ½ Ironmans, etc.) Partamos por el principio, cuando despertamos al lado se escuchaban los rodillos de los pros (no entiendo como en una carrera de 5 horas hacen rodillo). Estábamos relajados, porque sabíamos que el desafío era terminar (suena fácil…). Nos habían asignado el corral F, que partía a las 7:35. Nadie parte muy urgido, pero se nota que los novatos andan más nerviosos porque le meten, yo concentrado en el pulso y los watts de no pasarme. La carrera avanza, mucha arena, y nosotros a una velocidad cómoda. La altimetría mostraba que justo después del segundo abastecimiento venía una subida brutal, dicho y hecho, a mi me vino un dolor de guata, que me costaba meterme comida, pero hubo que aperrar, anduve muy débil por 20K con un calor de 40° (no es exageración, es lo que marcó el GPS), hasta que llegué al abastecimiento, donde me bañé con agua helada para bajar la temperatura corporal. El cuerpo estaba fundido pero igual aguantaba apretones. Los últimos 20 km por campos sudafricanos bien bonitos, en donde habían familias que te regaban con agua helada, nunca había agradecido tanto ese gesto.

Tiempo final, 7:33 con 2300 de ascenso, 340 en la general y con 260 watts normalizados (para los que les gusta la estadística). Ahora a recuperarse para mañana que dicen que es peor…La etapa 2 no se veía muy auspiciosa (102 km, 2350 de ascenso y más de 40 grados pronosticados) y nos fuimos a dormir muy asustados, pensando en lo que vendría. 5 am, suena la gaita, hora de levantarse, la Paci ve su teléfono y tenía un mensaje de la organización que decía; estimados, debido al calor extremo el cuerpo médico ha aconsejado cortar la carrera, y la etapa se va a recortar en 40 km, la cara de felicidad de todos era indescriptible, nos habían salvado la vida. Era primera vez en la historia que cortaban una etapa. Dicen que los doctores advirtieron que si se corría la etapa tal como estaba, el desenlace podía ser fatal. Pese a todo, la etapa fue bien dura, algo más ruteada, por lo que llegamos todos en buenas condiciones. Ese día fuimos temprano a la carpa comedor y justo estaban entrevistando a Purito Rodriguez, lo que más nos sorprendió fue cuando le preguntaron por el tour de france, de como se asemejaba una carrera con otra, la respuesta fue «en todos los años que llevo corriendo el Tour, nunca he sufrido como lo hice en la etapa 1». Más tarde Cadel Evans agrega que en sus 20 años corriendo el Tour, «nunca había estado en una carrera con un nivel de producción y dureza como el Cape». Año a año uno se va dando cuenta que los pro del mountainbike también declaran que el Cape pasó a ser más importante que cualquier copa del mundo, y que es comparable solo con las olimpíadas. En la web del Cape uno puede encontrar todas las entrevistas.

La etapa 3 era para disfrutar, puro singletrack del bueno, pese al calor, anduvimos muy bien e hicimos gran parte de la etapa con Gonzalo y Antonio, lo que fue espectacular y muy emocionante andar juntos. Un par de kilómetros antes de llegar, el dolor de mi rodilla se vuelve a presentar peor que nunca. Esa tarde estuve muy triste y decaído, pensaba que no iba a poder seguir, más encima empecé a arrastrar a la Paci en mi problema. Lo que si, el apetito no aflojaba con nada, aparte de la comida, día a día íbamos a comprar a los foodtrucks de pizzas y shawarmas que habían en el campamento. La primera vez que probamos las pizzas fue un goce tremendo, el problema fue que Gonzalo compró una pizza para compartir y la Paci casi lo asesina, ya que esperábamos al menos una por nuca. Ese día Anibal me dice que tengo que modificar la postura del sillín para aliviar la rodilla, cosa que cambiaría el rumbo de la carrera, en los días siguientes casi no sentí dolor y empecé a disfrutar como loco. El resto de nuestros compatriotas ya habían agarrado ritmo y estaban bien metidos en la carrera. Cada día que pasaba la Paci estaba más fuerte, en varias ocasiones solo me trataba de poner a rueda y seguir el ritmo, en las bajadas, antes iba cuidando que la Paci tomara buenas líneas y anduviera segura.

Ahora iba más preocupado de mis líneas, lo que fue más desafiante y entretenido a la vez, estábamos andando como nunca, la rodilla respondiendo bien y el clima óptimo. Etapa tras etapa nos preguntábamos cómo las bicis logran resistir el maltrato y abuso constante. No es de extrañar que marcas como Sram, Specializad y Scott utilicen esta carrera para desarrollar y testear sus productos. «What survives the Epic will likely survive anything», frase textual de Sram.

Sin darnos cuenta, llegaba la etapa 6, «the queen stage», eran 102 kilómetros con 2750 metros de ascenso acumulado. Sabíamos que era la etapa que había que superar, al otro día terminaba todo. La etapa partía con una subida de poco más de mil metros y nosotros partimos con un ritmo más fuerte de lo normal, pasando a muchos equipos, yo iba detrás de la rueda de la Paci pensando; «hasta que hora nos va a durar la pila», pero no dije nada y seguimos, extrañamente la pila duró cerca de seis horas y empezamos a sufrir en la última parte. La Paci me comenta que viene con un tobillo muy mal y le digo que bajemos el ritmo. Me puso una mirada asesina y aceleramos con lo que quedaba para intentar llegar en menos de siete horas. Terminamos la etapa con 7.01 minutos y pese a ya no tener piernas y al dolor (a la Paci le dolían los dos brazos y muñecas, el cuello, muslos, gemelos y un tobillo), el ánimo estaba mejor que nunca.

Nuestros amigos llegaron de igual forma (agotados en todo sentido, pero con una sensación de optimismo y alegría única), en el campamento ya se podía sentir otro ambiente, todos estaban más relajados, mucha risa, sabiendo que faltaba la última etapa. Ese día en la noche por primera vez nos juntamos los 6, nos tomamos un vinito y nos reímos como nunca, recordando los momentos y episodios de la semana, y como habíamos sobrevivido… Acá algunas historias: Justo cuando nos quedaban dos minutos para largar la 4ta etapa la Paci me comenta que cree que tiene un pedal malo. Lo miro y veo que está todo desarmado. Le indico dónde está la llave multiuso, la saca de mi mochila, me la pasa, tiro la bici al suelo y con toda mi fuerza empiezo a martillar el pedal con la llave. Nadie entendía lo que estaba haciendo. Un par de golpes más, la Paci guarda la llave, se engancha en el pedal y escuchamos 30 seconds to go!!. Ya teníamos el pulso alto. Otra fue la caída de Antonio en la etapa 3. En un taco al apoyarse se fue para el lado y desapareció entre los matorrales, al volver a la bici tenía un cachete del poto al aire. Faltaba aún el 80% de la etapa…también nos acordamos de las conversas de Antonio cada vez que nos fuimos pedaleando juntos. No le paraba la lengua…ni yo, ni Gonzalo ni la Paci le respondíamos. Íbamos con lo justo, y la Paci lo único que le decía era «Nosotros no hablamos». Aníbal con la Alicia también lo suyo, desde las peleas del día uno con los mecánicos, los cobros extra por cualquier cosa que hicieran, las paradas al baño de Alicia y una que otra historia de tolerancia mutua.

La etapa para Antonio Turner, que hizo dupla con Gonzalo Maureira, La queen stage, nos demoramos, 7 horas y 34 minutos, 1 minuto mas largo que la etapa que mas nos habíamos demorado. Es lo que uno se demora de ir de Santiago a Villarrica en auto! La estrategia de hoy fue no morir en el comienzo para poder meterle al final – mala idea, el partner se quemó igual.

Partimos con una subida bastante dura, con un paisaje bastante de altura que mezclaba arena con mucho viento que nos llevó a cumplir los primeros 1.000 metros de desnivel en 25 kilómetros. Ya en el wáter point 2 (km 40), había harto dolor de espalda y peleaba con el poto que me pedía (exigía) no sentarme, nos esperaba otra buena subida con un paisaje bastante boscoso. Yo me sentía bastante bien, pero ya el partner estaba con poca energía, por lo que tuve que sacar el psicólogo que hay en mi (mmm). Con un ritmo constante llegamos al wáter point 3 (km 76) y ahí el partner le vino un segundo aire que lo hizo subir bastante bien la ultima cuesta. Ya en el wáter point 4 (km 90) solo nos quedaba sendero – por un lado, muy entretenido, pero por otro, era lento el avance. Lo pasé muy bien en esos 10 kilómetros.

La última etapa se pasó bastante rápido, antes de llegar la Paci me dice «esta es nuestra etapa 24 en los 3 años de carrera que hemos hecho y, a pesar de los problemas que hemos tenido, las hemos logrado terminar». La verdad, nunca lo imaginamos ni lo buscamos, la vida nos fue llevando por este camino. Metros antes de cruzar la meta, la Paci lloraba, luego de completar 3 Cape Epic, nos estábamos convirtiendo en Amabubesi, en idioma Zulú, «orgullo de leones». Me sentía más vivo que nunca, la alegría era infinita….. Los seis chilenos habíamos completado la carrera, vencimos nuestros miedos más profundos, no lo podíamos creer. Al regreso a Cape Town, fuimos a celebrar con las energías que quedaban, para mi fue una noche de pura alegría, habíamos llegado al fin de un largo camino, las caras de cansancio y felicidad eran indescriptibles…

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